Mucho tiempo ha, nuestros abuelos contaban en céntimos, la perra gorda, la perra chica, el real y los dos reales. Parece mentira el tiempo que ha pasado y que volvamos a contar en céntimos, me explico.
El paso de la peseta al euro fue un cambio de mentalidad brutal. En España hacia tiempo contábamos en unidades de 25, 50 y 100 pesetas, por lo que el cambio a la nueva moneda nos pilló lo que se dice literalmente en pelotas. Continuamos contando en unidades: 1, 2, 10 y 20 euros, dándose una paradoja despilfarradora, como demuestra que donde antes dejábamos de propina de unas 300 pts. en una cuenta de restaurante de 10.000 pts., ahora, sin ningún pudor, en una cuenta de 2, 20 euros dejábamos la vuelta de los 2,50 euros, e incluso mas, es decir un 15 % y a veces, hasta un 30 % de propina.¡¡50 pts. de propina en un pincho y un café!!, casi el 50 % de lo que en pesetas te costaba un café.
Creo que este fue el momento de nuestra locura colectiva, el que nos llevó a la situación que ahora padecemos.
¡¡ Dejamos de saber contar monedas pequeñas!! . Empezamos a creernos ricos y opulentos, en nuestras casas se llenaban huchas, botes y cajas de cartón e incluso ceniceros, de monedas de 5, 10, 20 y 50 cts. de euro, las de 1 y 2, ni siquiera las cogíamos al cambio y alguna ONG, muy previsora y visionaria, colocó urnas junto a las cajas de los McDonalds para recoger esas monedas de céntimos que no queríamos de los cambios. Ellos sí estaban acostumbrados a contar en céntimos para comprar medicinas y alimentos para el tercer mundo.
Pero la evolución cíclica del sistema, con una crisis brutal, de envergadura desconocida por la mayoría de la población, la caída de los mercados y el empobrecimiento en general de las clases medias, hace que nos reencontremos con las monedas, con las parientes pobres, con las desfavorecidas.
Ahora es muy normal en las cajas de los Hiper ver a los usuarios rebuscando en sus monederos, las monedas pequeñas. Sabemos que 4 monedas de 5 cts. hacen una de 20 y que 20 monedas son 1 euro y no nos cortamos, ni sentimos pudor al pagar con ellas. Las huchas, cajas y ceniceros se han quedado vacías de monedas.
Hemos recuperado a la clase más desfavorecida de las monedas, un poco tarde, todo hay que decirlo, porque los precios ya se adaptaron a no contar con ellas, pero aun así, podemos decir que la crisis ha servido para algo positivo, ¡¡el reencuentro con la moneda de 5 cts. !!